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‘Tocar la lira mientras Roma arde’, es un pensamiento que atravesó mi cabeza cuando me sumergí en aguas del lenguaje no verbal. Es decir, sin saberlo gran parte de mi comunicación se consumía en el desconocimiento. Interacciones diarias, personales y profesionales, no eran suficientes. El punto de ignición fue el psicólogo Mehrabian: especifica que en una interacción comunicativa tan sólo un 7% es de contenido verbal, estrictamente palabras que caen de nuestra boca. El 38% sería paraverbal, esas variaciones en el uso de la voz, y el 55% formaría parte de la estructura gestual. Por lo tanto, el mayor impacto lo recibe nuestro inconsciente… ¿Realmente la comunicación humana es tan abundante? Esta inquietud me motivó a ampliar mis conocimientos con el método científico de Lenguaje no Verbal Bodysystemics, desarrollado por Rabah Aiouaz; aumentar mi eficacia y eficiencia en la comunicación. Descifrar esos enormes tantos por ciento, aprovecharlos de manera consciente.

Encuentro en Bodysystemics la forma más completa de entender la gramática de lo no verbal: medir la intención de mis interlocutores e incluso, la mía propia. Sin reducirlo a una herramienta para detectar la mentira, logra aclarar la disonancia o armonía entre lo que se expresa verbalmente y la intención no verbal, a veces enredada entre las palabras, deliberada o no. Porque no se trata de juzgar, sino de analizar y alcanzar esa comprensión hacia el otro que posibilite una comunicación fluida. Esta es, en mi opinión, una de las grandes utilidades y conquistas de esta metodología.

La gran mayoría hemos experimentado en una negociación, discurso, debate o en una conversación de pareja, amistad o familiar, intuiciones en un nivel inconsciente. Cuál es la sorpresa cuando esas percepciones, almacenadas en nuestro cerebro irreflexivamente, se transforma en lucidez práctica mediante esta ciencia: medible y entendible, experimentado y probado.

Los gestos del cuerpo, las expresiones faciales, las distancias y posiciones que se toman respecto a los demás… Traducido en si una persona está cerrada o abierta a mí, su interés o desinterés a mi proposición, si entiende o no mis argumentos… Es donde observo la médula, el por qué y para qué de este aprendizaje: actualizar mi comunicación lo más cercano posible a ese 100% con otro ser humano, en cualquier campo que me proponga: intelectual, personal o profesional.

Gonzalo Lorenzo

Alumno de segundo nivel de Bodysystemics Madrid.

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